Observó
Luna el desolado valle
que ante sus ojos la noche le
abrió.
Mientras brillaba sintió
escalofrío
y allí, silencioso lo vio.
Solitario y falto de sonido,
el río halló.
El agua, que una vez fue
rumorosa
cuando cantaba su amor,
en silencio se tornó.
Luna, reflejada en el agua
al alma del roble alumbró,
y entre jaras y romero al
oído le cantó.
De un gozo de sueño le
habló;
Siente en mi pecho el alegre
jilguero.
Oye en mi alma la alegre
canción
cuando trovan tus versos en
mi corazón.
Cantan en la vega los grillos
y las ranas croan nuestro
amor
y aunque gima el viento
entonadas lágrimas
para curar el dolor.
¡Por amor!
Mañana volveré a ser tu
sueño, tu lucero.
Y tú, alma mía, sino de mi
amor.
_Dijo Luna a roble _ y la luz del día la borró.
M M
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