A cualquier hora
macerada miel en la boca
al desnudarnos la voz a la altura de los ojos,
donde el latido del silencio nos quiebra el alma
en su último sonido, en nombre del amor.
A cualquier hora
entre las sábanas, un legado,
un aguacero a dúo consumiéndonos el alma
más allá de las palabras,
al construir besos que riman en las bocas.
Sombras chinas que agonizan lánguidas
en el embeleso del efímero momento,
entre abrazos exiliados en silencio,
entre actos que acompañan la liturgia
del placer hasta el reposo.
A cualquier hora,
nosotros, lejos ya del mundo.
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