Una envejecida mirada
buscando
de ella la sombra
bajo
la lluvia en tus ojos desatada.
Tengo
pena por ti,
por
esa lágrima que muere al correr por tu cara
mojándote
el rostro esta triste mañana.
Ya
no dice ni repite: te esperaba.
Hoy
esta pena pesa y de delirio,
te mata.
Mírate,
pareces embadurnado de tristeza
con
esas margaritas entre tus dedos
trillándolas
como quien trilla la pena.
Míralas,
si
parecen soles con alegres faldas
y
tú te empeñas en hacerlas llorar.
Has
caído en su último aliento arrancado por el beso
con
la voz amurallada dentro de tu boca
hablándote
de muerte en su ritmo marcial.
Ahora,
seca el llanto y pronuncia la muerte,
porque
nada será como antes
en
esa inquieta penumbra donde hoy doblan las campanas.
Tú,
ya perdiste de la vida sus agallas.
María del Mar M M
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