Tengo
aquí clavado un clavo
que
no lo saca ni Dios.
Lo
tengo tan bien clavado,
no
puedo decirle adiós.
que
brega lleno de pena.
Un
desconsolado llanto
que
en el pecho, clama y truena.
Un
clavo llevo clavado
¡ah!
dentro del corazón,
dolor
que yo ya no sano,
y
me enferma la razón.
Más
tengo sangrando el alma,
y este mal se hace mayor,
maldita
pena que mata,
causando
tanto dolor.
Tengo
aquí clavado un clavo,
por
más que le ruego a Dios
lo
llevo tan bien clavado,
no
puedo decirle adiós.
M M
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Es un
placer para mí añadir estas décimas, contrapunto, como le llamamos en mi tierra,
que escribió Ovidio Moré en respuesta a mis versos.
Ese clavo que te
acecha
entre verso y verso fiero
si lo tiemplas cual acero
quizás se quede en la brecha.
No está lejana la fecha
en que lo vuelvas tu esclavo,
y no valdrá ni un centavo
porque la dicha ha de darte.
No debes nunca olvidarte
que un clavo saca a otro clavo.
entre verso y verso fiero
si lo tiemplas cual acero
quizás se quede en la brecha.
No está lejana la fecha
en que lo vuelvas tu esclavo,
y no valdrá ni un centavo
porque la dicha ha de darte.
No debes nunca olvidarte
que un clavo saca a otro clavo.
O. Moré
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