Se
había levantado temprano para llegar antes de que llegasen los de la agencia.
Aún le quedaba por recoger algunos objetos de su abuela.
Mientras
esperaba sentado en el banco bajo el roble, aquel corpulento árbol que daba
sombra y frescura al lugar, veía pasar la tristeza y la alegría alborotada de
su abuela. Sumergido en aromas se entregaba a un viaje de recuerdos que seguro
guardaría toda su vida.
Se
alegraba de haber venido, el aire allí era puro, agradable y el silencio hoy
era profundo.
Su
madre le había contado que ese roble y el banco donde se encontraba sentado
formaban parte de la bella historia de amor de su abuela, en realidad, todo lo
que alcanzaba a ver a su alrededor,
hablaba de su abuela.
Ella
se había establecido allí al morir la mitad de su corazón; eso decía siempre cuando le preguntaban por qué vivía
tan lejos de la ciudad y de su familia.
Sonreía y repetía: - ahora vivo más cerca del
cielo. Ese era el nombre de aquella villa “Más cerca del cielo”.
Justo
enfrente estaba el cementerio donde estaba él, y donde hacía apenas una semana a
ella le habían dado sepultura. Él no había conocido a su abuelo, cuando nació
ya había fallecido, pero tal como se le iluminaba la cara a su abuela cuando
hablaba de él, le bastaba para quererlo.
Mientras
ojeaba las fotografías gastadas por el paso del tiempo sentía la caricia del
aire, las ramas del árbol, su baile, todo estaba invadido por la paz de aquel
lugar.
Sería
verdad, o eran sueños de su abuela… sueños para mantenerse viva hasta que él viniese
a por ella. Ahora se preguntaba si realmente estuvo todo ese tiempo esperando a
la muerte con impaciencia.
Recordaba
que en la ventana de la habitación había una lámpara que cada noche encendía al oscurecer; decía que era el faro
que alumbraba el camino… ¿Qué camino?
Seguía
allí sentado atrapado en los pensamientos.
Era
extraño no oír a los pájaros en la
ventana de la cocina. Él recordaba aquel lugar siempre impregnado por sus
trinos. Quizás se fueron igual que se fue ella.
Ahora
la recordaba, pensativa con su sonrisa en la boca, la mirada ida en el paisaje
como si allí estuviera su meta.
Siempre
había dicho que la vida era un sueño y ella nunca desechó esa idea, quizás esa
era la puerta de salida de la prisión de
esta esfera limitada que es la vida.
Ahora,
allí sentado, veía renacer el pasado ante sus ojos… ella ya no estaba, ni los trinos de aquellos pájaros que cortejaban sus
horas.
El
ruido de la verja lo sacó del pensamiento, se acercaban unos pasos…
Ya
estaban aquí los de la agencia.
M M
Código: 1403180382079
Fecha 18-mar-2014 22:17 UTC
Licencia: Todos los derechos reservados
Fecha 18-mar-2014 22:17 UTC
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