llega como presagio
el agrio de los reveces desesperado.
Y no sirve de nada
esa inercia terca de volver al pasado.
De no querernos hablar.
Por qué cavamos este
silencio, por qué.
Si el silencio nos hiere y
hace más honda esta brecha
y no hay clemencia en el
destino.
A veces, sólo a veces
sé que me quieres sin decir
una sola palabra
y entonces, es cuando quiero
romper tu silencio.
Ese estúpido orgullo que es
mi penitencia.
A veces, sólo a veces consigo
olvidar,
y hago el sacrificio de vivir
un nuevo día,
pero sólo lo consigo a veces.
M M (12-9-2012)
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