domingo, 28 de octubre de 2012

Aguardando a que llegaras

Aguardando a que llegaras
deje de soñar mañanas
cuando viuda quedó mi boca
de la razón de tus besos.
Hallar quisiera reposo
de la ausencia de tu boca,
más cuando ronda la noche
tronando el silencio en mi puerta,
tus ojos se vuelven de acero
y llora de pena mi boca.
Triste desabrigo del alma
¡Allí quedaron!
En tus labios, amarrados,
tiritando sin mi boca,
y yo, maldita mi suerte,
aguardando a que llegasen
de su cárcel a mi boca.

M M
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