el canto de los grillos.
Lloran a los luceros
sus quebrantos de soledad en
la noche.
Plagado de sombras el rumoroso arroyo
ansioso recorre las huellas de su triste cauce.
Allí, el agua besa su margen con sonidos de añoranza,
donde bailan al viento,
sumisas y obedientes las hojas.
Ellas, dan a la noche su
serenata llorando un sueño,
cuando la blanca Luna derrama en el Roble su blanco
brillo,
cual fuera una gasa.
Allí queda la noche atrapada
en el silencio mágico y efímero,
en la belleza de sus verdes
ramas,
cuando el Roble acaricia a La
Luna
con la brisa leve que mueve
sus ramas.
Celeste suspira la noche.
¡Qué soledad sin ti, más
solitaria!
M M
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