Lo amo.
Sí,
lo amo con el ímpetu
de
un corazón joven.
Con
la serenidad, el sosiego
de
la edad y el saber.
Lo
amo aunque la balanza
no
se incline igual con el peso del amor.
Cuando yo lo veo, tiemblo como una hoja,
Cuando yo lo veo, tiemblo como una hoja,
me
deslizo en murmullos,
y
me dejo en suspiros
al
ver que no provoco en usted un latido,
que
su pulso es frío y
me
devuelve palabras muertas de silencios.
Pero
mi dócil corazón no obedece,
usted
lo turba, lo emociona
¡Lo
vence!
Y
es que lo amo,
y
eso me trae conocimiento,
destruye
mi inocencia con dolor.
Pero
usted no sabe de lo que hablo,
por
eso mantengo una distancia respetuosa
y
un sentimiento reducido a silencio,
el
más anodino de los silencios,
donde
discreto vive usted en mi corazón
guarecido
entre mis versos;
mágico,
limpio y resplandeciente
palpita
en cada uno de mis latidos.
Lo
amo, sí, lo amo,
y
es una herida en mi costado que duele
y
la sano con el orgullo de saber.
Usted
me duele y sé que es amor.
M
M
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