Te llamé.
Te llamé en el silencio
que bosteza rayando el horizonte.
Te llamé en la noche
clamando al cielo con mis versos.
De par en par
abrí mis brazos de Sol,
y te volví a llamar
con el fervor del diálogo callado que
mantengo contigo.
Y el sonido era ausencia.
Ausencia de tus brazos, de tus ojos,
de tu boca.
Te llamé,
y mientras moría en mis ojos la noche
deshojándose en recuerdos.
En mis vacías manos,
te hacías aún más silencio.
M M