Te quiero disuelto en mi
boca,
en ese
quiebro que entra por mis venas
cegado de
amor.
En la
costumbre antigua de amarte
que sin
piedad me lleva a tu encrucijada.
¡Sí, te
quiero!
Te quiero
en el roce de silencio
que dilata
mi pupila
cuando me
hago lluvia entre tus manos.
En
el verso libre e insolente sin palabras
que trepa
valles y montañas.
Yo te
quiero, te quiero dulcemente
batiéndome
en deseo entre tus ganas.
Te quiero
en esa sonámbula palabra
que
ameniza la noche en tu fugada voz
cuando me
ardes en el alma…
en esa
tregua dulce al vestirme de amor.
M M