Llegó el suspiro a mí,
cuando mirada esquiva dí,
la espalda a tu anhelo.
El roce frío de tu voz en mí
no causa ya desconcierto.
Quizás, en el andar merecí
arribar en aquel puerto.
Lugar de encuentro, donde yerra
una y otra vez la maldita guerra,
que la noche aquí encierra
cuando el sueño pisa tierra.
M M
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