De un
tajo, cortaré la idea clara,
de un golpe, sacaré los ojos
del error.
Ella, cuando cae al suelo en
la sombra
es fértil con el poder de su
mano siniestra.
A veces, la veo como un lobo
descolgarse
e invade con su miedo
mi silencio.
Entonces, hablo con Dios y
con mis muertos
cuando siento en su mano la
empuñadura del mal sueño.
Y del lado soleado, la miro,
le mantengo la mirada,
y no me ruborizo ni blasfemo
cuando ella silenciosa me tortura.
Tan sólo la soporto vomitando
sus cenizas,
conjugando ese idioma de la
vida en su juego a la ruleta.
Pero en la noche,
cuando acude como un zorro,
yo, con un arma entre los
dedos girando el tambor, apunto y la asesino.
¡Mañana será otro día!
M M
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