En el
verde prado frente a tu casa,
los
pájaros visten de luto,
y, en la
torre más alta, suena la muerte.
En la
vereda de antaño
silba la
pena entre los chopos
todos los
lirios y las azucenas.
El
silencio se traga las horas,
y los
pasos andan hacia atrás
por las
calles de la soledad,
donde
dobla la esquina la vida.
Allí,
anida mi alma en tu alma
para
cumplir la promesa.
Yo,
alondra, aleteo mis alas
en el
ocaso de la diáfana muerte,
para andar
contigo, nuestro último viaje.
M M
(17-1-2010)